After spending the early part of the 2000s in a recording spree that found him releasing as many as four albums each year on a variety of labels, Marc Copland has, since 2006, parked his piano with Germany's upstart Pirouet label. It's clearly been a fruitful pairing, with Copland releasing a variety of albums, in 2009 along releasing solo (Alone), duo (Insight, with bassist Gary Peacock) and trio (Night Whispers, the final installment of his New York Trio Recordings series). Copland has also renewed friendships with longtime musical partners, bringing back the quartet that released 1996's Second Look (Savoy), for another round on 2008's Another Place.Crosstalk reunites Copland with alto saxophonist Greg Osby, but this time for a full-fledged quartet that brings a different complexion to a clearly simpatico relationship explored on their two duo recordings, 2003's Round and Round and 2004's Night Call, both on Germany's defunct Nagel-Heyer label.
It's not just a first-time quartet record for the pair, it's the first time that Copland has recorded (at least under his own name), with bassist Doug Weiss, while it's been five years since he last recorded with drummer Victor Lewis. They're both inspired choices, working empathically with Copland's signature impressionism and delicacy, but adding more punch and fire than has been heard from the pianist since his quartet date with trumpeter Randy Brecker, Both / And (Nagel-Heyer, 2006), which, not coincidentally, also featured Lewis. With Copland sharing compositional duties amongst the group, in addition to a couple of well-chosen standards, the drummer's "Hey, It's Me You're Talkin' To" swings with a firm but elegant hand, Copland's harmonic ambiguity funneled through its light bop melody, his soft touch and motivic approach to solo development intact, but with more grounded pointillism than usual. Ditto Osby, a saxophonist whose own discography has ranged far and wide, always combining heady intellectualism with a deeper resonance, as here he builds his own solo of focused construction, working melodic fragments into lengthier, serpentine phrases.
Copland revisits "Talkin' Blues," first heard on another duet disc with Peacock, What It Says (Sketch, 2004), but this time this heavily reharmonized blues—another Copland signature—simmers and, occasionally boils over, with Weiss and Lewis pushing and pulling Osby during an incendiary opening solo. Copland's other two tunes appear here for the first time: the surprisingly driving and direct title track, grooves more viscerally than anything Copland's written in some time; and the more characteristically ethereal "Slow Hand," a brooding ballad that's a dark contrast to the free-bop of Weiss' angular but unfailingly swinging "Ozz-Thetic," where Osby and Copland work off each other, proving that time needn't dilute the strength of relationship.
"Tenderly," skirts the mainstream, but Copland's voicings keep Walter Gross' standard just the slightest bit off-kilter, as does the pianist's prismatic approach to the more bristling intensity of Gigi Gryce's hard-swinging "Minority." Copland's first release of 2011, Crosstalk speaks to the power of enduring friendships and the sound of surprise that happens when fresh blood is brought into the mix. - John Kelman
Marc Copland es uno de esos músicos que se reconocen en un par o tres de segundos: su estilo instrumental es tan peculiar que marca irremediablemente el sonido global de su música. Esta circunstancia, unida al hecho de que ese estilo instrumental ha permanecido básicamente inalterado desde mediados de los ochenta en que Copland surgió como pianista, motiva que algunos aficionados perciban su música como repetitiva y sus discos como acomodaticios. Lo cual resulta, creo, injusto y erróneo. Injusto porque no es Copland un músico tendente a dormirse en los laureles (no olvidemos que el tipo no solo cambió radicalmente de registro entre mediados de los setenta y mediados de los ochenta, sino que lo hizo ¡pasándose de su saxo alto habitual al piano!); y erróneo porque tras la coherencia formal de su carrera discográfica late una miríada de matizadas aproximaciones y aromas que le prestan unas edificantes variedad y frescura.
De todos modos, lo que sí es indudable es que el intransferible universo pianístico de Marc Copland está ya perfectamente formado y desarrollado, y se nos aparece en toda su plenitud en cada una de sus intervenciones; entiendo que haya a quien no apetezca profundizar más en él de la mano de su creador, pero personalmente encuentro fascinante asistir, grabación tras grabación, al sutil pero incansable proceso de depuración y perfeccionamiento a que lo somete el pianista, lejos ya de la sorpresa inicial pero pleno aún de vigencia y perspectivas expresivas inexploradas.
Rebasada por fin esta introducción-digresión que amenaza con resultar más larga que el comentario del disco en sí, vamos al tema, es decir, el nuevo «Crosstalk» de Marc Copland. Se trata de una grabación en cuarteto, probablemente la formación más nutrida que ha empleado este amante de los diálogos a pocas bandas. Como es habitual en él, se ha rodeado de músicos con quienes ha colaborado ya anteriormente, aunque en diferentes situaciones: Copland parece preferir la frescura de estas formaciones no muy rodadas, pero no renuncia a la compenetración compartida con viejos colegas de batalla.
«Crosstalk» es una grabación muy Copland, cómo no: hay abundancia de espacios abiertos, difusos, soluciones musicales apenas esbozadas, etéreos y neblinosos pasajes y un tratamiento tendente a la abstracción incluso en los pasajes más vivaces. Pero Crosstalk resulta particularmente vivaz para tratarse de una grabación de Copland. No es que no contenga baladas (Slow Hand, Tenderly) o medios tiempos (Talkin’ Blues) pero hay un porcentaje inusialmente alto de tiempos rápidos (Ozz-Thetic, Crosstalk, Hey, It’s Me You’re Talking To). Además, y sobre todo, los músicos inyectan por doquier un plus de tensión que sitúa a esta grabación en un contexto ligeramente distinto dentro de la obra reciente del pianista: la relajada energía del contrabajo de Doug Weiss, la tersa y luminosa potencia de la batería de Victor Lewis y la refrescante presencia de Greg Osby, un viejo amigo cuyo hermoso sonido e insidiosas y exigentes aunque siempre tersas ideas enriquecen considerablemente al conjunto.
En definitiva, «Crosstalk» es una grabación impregnada de un swing leve pero incisivo al que los músicos otorgan considerable potencia interna, gobernada por un diálogo rico y constante entre los cuatro y cuajada de notables intervenciones solistas; una excelente aportación a su más que notable discografía. - Ricardo Arribas
Tracks
1. Talkin' Blues
2. Diary Of The Same Dream
3. Ozz-Thetic
4. Tenderly
5. Crosstalk
6. Slow Hand
7. Hey, It's Me You're Talkin' To
8. Three Four Civility
9. Minority
GREG OSBY alto saxophone
DOUG WEISS bass
VICTOR LEWIS drums
MARC COPLAND piano
Recorded live December 4-5, 2010 at Bennett Studios, New Jersey
Pirouet Records – PIT3054 (Germany)