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JIMMY LYONS - Other Afternoons (1969)

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Jimmy Lyons had a beautiful and penetrating alto sound: warm, round, slightly bitter. In his lifetime, he mostly put that miraculous sound in service of his master Cecil Taylor, an act of devotion that may have obscured just how great Lyons really was.

His first record as a leader, Other Afternoons, is a comparatively rare example of Lyons away from the Taylor fold. It remains an extraordinary document, one of the most poetic examples of the aggressive “new thing” that dominated critical conversations of the era. Cut in August 1969 in Paris for BYG Actuel, it was part of a weeklong BYG recording marathon that resulted in a dozen important releases by the likes of Andrew Cyrille, Grachan Moncur, Archie Shepp, Alan Silva, Dave Burrell, Sunny Murray, and the Art Ensemble of Chicago. Silva and Cyrille had been playing with Lyons in the Cecil Taylor Unit, while Lester Bowie was borrowed from the Art Ensemble. Together Lyons, Bowie, Silva, and Cyrille make for an unruly yet spacious quartet. Some of the other BYG Actuel dates are pretty dense, but Other Afternoons has relaxed breadth and depth.

The composed melodies Lyons brought to the date would have been convincing on their own, but the way Lyons and Bowie phrase them “together” is smeary high art. The long alto solo on the title tune is simply marvelous. Lyons is a brainy player, his notes are securely atonal and always “complex,” but he also uses plenty of motivic development and blues intonation to tell a soulful story. Bowie is similarly theatrical, with cascades of incendiary notes offset by simple trumpet fanfares and even vocal utterances. (“Did you see that? Did you see that? What?!?”) Occasionally one of the frontline players appears while the other is blowing to improvise in the old New Orleans style. It’s up to the bass and drums to provide ferocious rubato drive, and Silva and Cyrille are certainly up to the task, melting the “beat” backwards and forwards at the same time.

The mysterious “Premonitions” is like disjunct European chamber music, featuring unresolved questions from the two horns and a substantial cadenza for Silva. Unexpectedly, “However” is almost a traditional swinger, apparently Lyons’ take on hard bop. After the thrilling head, Silva walks and Cyrille swings underneath alto and trumpet solos of desolate beauty. Lyons is closer to Charlie Parker than Ornette Coleman in overall affect, but in its way “However” is delightfully Coleman-esque, with singing phrases that turn unexpected harmonic directions while remaining bluesy as hell. Bowie’s confident preach at midtempo makes for an excellent blindfold test. “However” transitions seamlessly into the closer “My You,” which dissolves into more Silva chaos before closing with a heartbreaking horn hymn over groaning arco accompaniment; perhaps a tribute to Albert Ayler?

Lyons told Robert Levin, “To move to the next step you have to have a knowledge of tradition—of the tradition of the black aesthetic—to have heard all of the things of the past and to truly have been moved by them. I don’t mean just checking them out, but having been really moved by them.” Other Afternoons goes from ancient to the future and back with rough finesse and measured joy. I’ve owned my copy for decades; it’s one of those LPs that just gets better and better with time.  -  Ethan Iverson / JazzTimes


Jimmy Lyons nació predestinado para el jazz. Su abuelo regentaba un restaurante en el Hotel Woodside que entró en la historia del jazz gracias al tema de Count Basie "Jumping At The Woodside". Jimmy tiene recuerdos de su niñez jugando en el vestíbulo mientras escuchaba la música que sonaba dentro del local.

Nacido en Nueva Jersey en 1933, James Leroy Lyons se introdujo en la escena bebop a la temprana edad de 15 años: "Me plantaba ante tipos como Elmo Hope, que sería uno de mis tutores y me ayudaría mucho con los acordes. Vivíamos en el mismo barrio y yo tenía un piano en casa, así que sus visitas eran frecuentes. También Dizzy, Monk y Bud aparecían por mi casa a menudo; me influyeron notablemente. Yo pensaba que no existía otra clase de música, disfrutaba con esa gente, con la forma en la que veían el mundo. No estaban preocupados por cosas mundanas como conseguir un trabajo, amaban la belleza. Eso es lo que realmente me empujó a dedicarme a la música".

Se hizo profesional en 1960 tocando en Harlem, donde ya se había ganado cierta reputación. Ese mismo año se le presentó una oportunidad que cambió su carrera por completo. Cecil Taylor tocaba en el Village, en frente de él, y pasó a verlo: "Intenté sobreponerme a lo que estaba escuchando, pero no podía, era imposible". Jimmy se comprometió con Taylor y a la vez abandonó la idea de ganarse la vida como músico. Trabajó en una fábrica de acero, en una oficina de correos, en hospitales, en cualquier cosa que le proporcionara dinero suficiente para pasar tres o cuatro meses al año con Taylor y su música. Podría haber ganado bastante más dinero como músico de estudio, pero lo rechazó porque podría haber interferido en sus intereses musicales: "Musicalmente quería hacer determinadas cosas y mantener libre mi mente; cuando me meto en la música lo hago hasta el fondo".

Con el tiempo la asociación con Cecil Taylor llegó a durar prácticamente dos décadas y a monopolizar la carrera discográfica de Jimmy Lyons. No parecía añorar el liderazgo: "Lo más importante en la música negra es el grupo. Es como sentirte vivo, no te limitas a pasar entre la gente, en el grupo das y recibes, y flota la idea de que la música no es de nadie en particular. Para mí es algo nuevo cada día. Además, la música de Taylor es un desafío continuo que exige una completa concentración. Vas modelándote poco a poco, es como levantar pesas: si no sabes como hacerlo puedes dañarte. Lo más importante para mí es la música que sale de eso. Si lo haces bien puedes estar todo el día tocando, pero al principio has de estar preparado, practicar mucho".

Con semejantes presupuestos conceptuales y haciendo gala de una congruencia poco habitual, Lyons rechazó una buena oferta discográfica de Prestige en 1960: "Quería desarrollarme un poco más antes de ponerme a liderar un grupo y grabar un disco a mi nombre. Una vez muerdes el polvo, no importa lo que hagas, siempre estarás marcado".

Nueve años más tarde BYG le echó un toque durante su permanencia en la Fundación Maeght con la Unit de Taylor. "Los gastos que suponía pasar en Francia ese mes y tan sólo trabajar dos días significaba que necesitaba el dinero. Pensé que podía intentarlo a ver qué pasaba, así que hablé con Alan y Andrew. Había conocido a Lester Bowie hacía un año o dos y me gustaba su concepto musical y su personalidad. Llegué a la conclusión de que estaba en sintonía con lo que estábamos haciendo". Así nació esta sesión discográfica.

Si Cyrille y Silva, como veteranos de los grupos de Taylor, eran bien conocidos, Bowie no. Nacido en Maryland en 1941 fue uno de los pocos músicos de su generación que tocaba en espectáculos. Aprendió a tocar la trompeta por la vía difícil, tocando doce horas al día a las afueras del Leon Claxton’s Harlem Revue. Profesional desde los 15 años, pasó épocas de experimentación y rechazo del público con Phillip Wilson y Oliver Lake de vuelta a St. Louis, antes de trasladarse a Chicago en 1966 y unirse al grupo experimental de Muhal Richard Abrams y el AACM. En 1969 Bowie, Roscoe Michell, Joseph Jarman y Malachi Favors, agrupados como el Art Ensemble of Chicago, se embarcaban para Francia.

"Cuando toco intento tocar todo aquello que he oído o sentido; quiero decir que no malgasté todo aquel tiempo en el carnaval o tocando blues para decir ahora, vale ya, soy un músico de vanguardia. No aprendí todos aquellos malditos acordes para nada. Estoy intentando enlazarlo todo para que tenga sentido. Seguro que podrías programar un ordenador para que tocara cuatro compases de calipso y cuatro de blues, pero tendrías que unirlos para que no sonaran como ninguno de ellos, aunque lo estés escuchando por dentro. Eso es lo que intento hacer de modo natural. Lo siento y lo toco, sea lo que sea. No quiero poner barreras preconcebidas a lo que hago".

Quizá el ejemplo más claro del eclepticismo de Bowie sea el uso de la voz humana. Los trompetistas de St. Louis son conocidos por sus efectos vocalizadores a medio pistón. "Creo que esto es otra historia", dice Lyons, "es parte de la música que estoy experimentando. Andrew y Cecil están más en ese rollo que yo, porque tengo el saxo en la boca todo el tiempo, y cuando lo suelto no sé hacer otros sonidos". En este sentido, la interpretación de Lester Bowie en el disco es toda una demostración. Y su conjunción con el saxo de Lyons excepcional.

Andrew Cyrille es un batería magistral. Nacido en Nueva York en 1939, a los 11 años estaba estudiando con Max Roach: "Nunca me había fijado ningún concepto en particular, era un hardbopper y no creía que hubiera nada más. Pero lo que en realidad estaba haciendo era aprender las reglas del juego dentro del bop, haciendo lo que los baterías se supone que deben hacer. A todos aquellos que dicen que la vanguardia es un fraude, les respondería que mi aprendizaje me legitima para hacer lo que ahora estoy haciendo".

Alan Silva, nacido en las Bermudas en 1939, ha tocado con Sun Ra, Albert Ayler, Sunny Murray y Archie Shepp –además de con Cecil Taylor- y también con Frank Wright. Su forma de tocar el bajo con arco en los registros altos ha sido pionera y muy influyente. Ello le condujo en 1969 a adoptar el violín como segundo instrumento.  -  Paco Fonz-Garcés (Traducido y adaptado de las notas interiores de Brian Case)


Tracks
1. Other Afternoons
2. Premonitions
3. However
4. My you

JIMMY LYON  alto saxophone
LESTER BOWIE  trumpet
ANDREW CYRILLE  drums

All music composed and arranged by Jimmy Lyons
Recorded August 15, 1969
BYG/Affinity  /   BYG Records - 529.309


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